Los ojos no son de piedra ni de cristal, más bien son
dúctiles, blandos, constantemente modulables. Sólo nuestra rigidez mental y
nuestro abandono los hace duros y rígidos.
Tras haber practicado
el curso de presbicia el alumno adquiere tanta sensibilidad que se da cuenta constantemente de que sus ojos
están en sus cuencas, siempre a merced
de los estímulos externos, plegándose sus demandas para que, a cualquier
distancia y posición, la respuesta sea la impresión exacta en la retina, y
dentro de ella en el punto de mayor refracción de la luz entrante. En el curso se aprende a respetar la
modulación natural de los ojos
El Dr. Bates
afirmaba que, en su consideración, la acomodación sucedía por la activación de
los músculos externos. Y cuenta la anécdota de su propio caso, en la que
descubrió que tenía los músculos oblicuos tensos cuando quería ver de lejos, y
que era por eso por lo que no podían ver bien las cosas distantes; pero que, al
revés, tampoco podía ver bien de cerca, porque entonces tensaba los externos
rectos. Con este juego de músculos se modularía la forma del ojo. La
investigación general afirma sin embargo que la buena acomodación también se
debe a la modulación de la cornea y sobre todo es clásica la aceptación de que
se debe a los cambios en la forma del cristalino a efectos del músculo ciliar o
músculo interno.
Si aceptamos todas las hipótesis como positivas y no
excluyentes, debemos convenir en que los
ojos están en constante modulación: la de adecuación de los músculos
externos, sobre todo los que producen convergencia para el caso de la visión
cercana; modulación hacia el alargamiento o elongación del globo ocular pasando
de forma amelonada a forma de sandía bien esférica; estos cambios afectando a
la córnea; cambios en el grosor variable del cristalino; y finalmente cambios
microscópicos y por microsegundo en el adelantamiento o retraso del segmento
que divide a cada cono o bastoncito para que en el incida la luz externa y dé
como resultado una visión nítida.
A mí me asombra como no
se corresponde en absoluto el enorme
conocimiento que en todos los ámbitos la humanidad demuestra tener, y la desidia cultural y social respecto a los
ojos, así como la ignorancia supina
respecto a sus procesos, de modo que no se tenga en cuenta la constante flexibilidad a la que están
constantemente expuestos, más lo poco que hacemos por ayudarles, siendo así que
tanto, tantísimo decimos que apreciamos la vista..
Propongamos la exigencia
de una cultura sensorial ocular, que
se implante obligatoriamente en las escuelas. Si esto no es así, el Estado
a través del Gobierno de la Nación, no vela por nuestro bien, sino por los
intereses de la industria.
La verdadera democracia nos abrirá los ojos para exigir lo que es de derecho para todos.
Si los niños cultivan sus ojos, de mayores no sufrirán de presbicia.
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