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Nosotros no tenemos
que enseñarles a los ojos a ver, sino sólo facilitarles que lo realicen
como les es de naturaleza hacerlo. El
requerimiento a la visión perfecta está en la misma naturaleza del ojo,
gobernado por la fóvea, la cual toma cuenta de la impresión que le llega por
toda el área retinal.
La retina tiene una modulación constante, rápida como la
luz, de modo que el segmento interno que hay en cada cono y bastoncito (que tiene un grosor de sólo tres o cuatro micras), se reajuste al punto de incidencia de la luz
del objeto. De modo que si sucede la luz más allá o más acá del segmento,
produzca un engrosamiento-acortamiento o un adelgazamiento-alargamiento del
cono o del bastoncito, para que la luz vuelva al segmento, pues es la parte que
mayor respuesta eléctrica nerviosa va a producir en el nervio óptico.
Así que, si no
interferimos en el potencial infinitesimal que ellos ponen en juego, la
visión siempre será perfecta.
Sólo se nos pide que les ayudemos aumentando el potencial muscular; que potenciemos más la elasticidad de las partes del ojo que están
llamadas a ello (corteza ocular, córnea y cristalino), que le permitamos una buena señal de respuesta en
la retina con mucha rodopsina, y que
nos mantengamos pasivos y dejemos la dirección de los procesos en manos de
la reina y emperadora del ojo que es la fóvea, la mácula lútea.
Uno de los mayores aprendizajes consiste en no interferir. La mente interfiere constantemente.
Ejemplo: si mueves la cabeza y las cosas
no se mueven, ello e indica que estás interfiriendo con tu tensión mental
(prueba ahora mismo). Porque “cuando los ojos se mueven, todo se mueve”.
Estos procesos son
tenidos en cuenta en los protocolos del curso, y por eso la recuperación es
fácil y segura.
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En el acto el deber